EL JARDÍN DEL VECINO SIEMPRE ES MAS VERDE
El jardín del vecino siempre es más verde. Por Oskar
Darío
Sabido es que nuestra naturaleza nos impone esa ingratitud innata, causa seguramente de nuestro egocentrismo, saltando a egolatría. Ombligos del mundo nos creemos, ya que todo gira en torno a nosotros. Ya desde niños los juguetes de nuestros amigos son mejores que los míos, en la adolescencia “cómo me gustaría que mis padres sean como los de mi amigo, son tan buenos”, y así; en todos los ámbitos de la vida nos vamos tornando envidiosos, sin llegar jamás a meditar en lo que tenemos. Así es que se suceden muchas veces las infidelidades; “si mi esposa fuera como vos”, o “si mi esposo me tratara como vos lo haces”. Recuerdo y cuento siempre como gracia algo que nos ocurrió una vez que visitamos la congregación que hoy pastoreamos en Salto. Fuimos a visitar a la pastora que estaba a cargo aún de la obra. Ana y yo éramos dos jóvenes montevideanos, recién casados, con ese fuego misionero encendido en nuestro corazón y esa promesa de que seríamos pastores en ésta ciudad. Pero la gente no lo sabía, para ellos, solo éramos visita, de las pocas que habían pasado por ahí; ya que no es un departamento muy visitado por nuestros queridos compañeros de batalla, que al menos oran por nosotros. Y saliendo del palo a quien le quepa, vuelvo a la anécdota. Resulta que terminaba de predicar; cómo invitado hasta ese entonces, y se acerca una hermana de la congregación y me dice: “Si usted fuera el pastor aquí yo me afirmaría en el camino del Señor y no me apartaría jamás”… wow, palabras hermosas que podrían envanecer en un solo instante al más humilde servidor. El hecho es que al mes de partir nuevamente a nuestro hogar de Montevideo, volvimos a Salto, ésta vez, para establecernos como pastores. Con un gran defecto que puede llegar a ser virtud muy pocas veces, recuerdo las promesas que me hacen, y espero que las cumplan; poco a poco me he ido acostumbrando a éste siglo donde la palabra ya no se empeña, no valen nada las promesas. De esa forma recordé lo que esta hermana confesó de que prácticamente la llevaríamos a un alto nivel de compromiso con Dios, le acercaríamos a Él de una manera que nunca había estado, ¡así es! Dos simples mortales impulsarían a una persona a estar codo a codo con Jesús! Pero lo cierto es que esa emoción no duró más de un año, ya éramos “sus” pastores y eso se tornaba aburrido, era tiempo de mirar hacia otros lares, o tal vez, recordar el pasado con cierta añoranza de volver a tener aquellos pastores que con sus deseos había traicionado.
Pero saliendo del testimonio eclesiástico, caramba que me
molesta las actitudes estúpidas y necias que tenemos con lo que nos rodea.
Rasgamos nuestras vestiduras por los niños de África, Haití, etc… (sentimiento
valedero), pero si vemos a alguien desnutrido, cómo es nuestro vecino, no lo
ayudamos. Anhelamos ser misioneros en otros continentes pero rechazamos al
drogadicto que para en la esquina de casa. Queremos saber si hay vida en Marte
u otros planetas y estamos promoviendo el aborto y destruyendo el que llamamos
Tierra!!! Hoy leí una noticia que me dejó estupefacto, con deseos de llorar,
implorando como Mafalda “paren el mundo que me quiero bajar”: Una mujer de 21
años quedó atrapada en su vehículo “agonizando” durante cuatro horas. El hecho
ocurrió en Northamptonshire, Inglaterra, donde la Policía pudo captar a unos 80
conductores que pasaron cerca del accidente pero optaron por tomar una
fotografía del accidente en lugar de intentar ayudarla. ¡Y queremos encontrar
vida extraterrestre, cuando no valoramos la vida de nuestro prójimo! Entonces no
entiendo cómo podemos pasar la vida buscando tener lo que otros tienen y a su
vez hay personas que quieren lo que nosotros tenemos.
¿Comenzaremos a mirar la vida con la gratitud necesaria para
ser felices con lo que tenemos; sin estancarnos en el conformismo, porque
siempre se puede progresar más? En verano nos quejamos del calor y en invierno
del frío. Pasamos nuestra infancia deseando ser mayores y a cierta altura de la
vida nos quitamos edad. Yo se que estamos en este loco mundo, pero comencemos a
marcar la diferencia en nuestro entorno. No anheles otra familia, valorá la que
tenés. No vivas pensando en lo que querés, sino disfrutá lo que tenés. El jardín
del vecino nos parece más verde que el nuestro, pero te aseguro que nuestro
vecino no piensa igual, pues siempre hay alguien que desea tu jardín.
Por siempre Oskar Darío Díaz.
Que gran verdad!!! Me encanto..
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