SACRIFICIOS HUMANOS MODERNOS


Sacrificios humanos modernos- Por Oskar Darío


Hubo un tiempo en el que los hombres empeñaban su palabra y no era necesario insistir para descubrir la veracidad en ellas, un sí o un no era más que suficiente y era la mejor garantía que se podía tener. No había clearing, info ni dic, quien daba una promesa o afirmaba algo como cierto quedaba prendido a sus palabras.... no lo viví, mis padres me lo contaron, me hubiera gustado conocer personas así.

Comenzaba el día sábado pensando de esta forma. Por lo general mis escritos no van dirigidos a nadie en específico ni están inspirados en un caso puntual, digo, por lo general, y en el caso de que alguien lo inspire, procuro siempre evitar nombres o pistas sobre la persona; para no herir susceptibilidades ¿vio? El hecho es que muchas veces se dice el pecado pero no el pecador, el fin no es avergonzar a nadie, sino evitar que una situación sea repetida varias veces por distintas personas. Hago siempre referencia a una frase que un amigo me citó una vez: “El inteligente aprende de sus errores, el sabio, de los errores de los demás”. Por lo tanto, no es mi intención presentarme como juez de la sociedad ni como quien es dueño de la verdad, simplemente, aprovechando cierta facilidad para escribir, me expreso a través de ésta tinta digital.
Hecha la aclaración continúo con el pensamiento sabatino. Es que ya no se puede creer en la gente, al menos no en la mayoría. El egoísmo ha llevado al ser humano a salvar su pellejo al precio del pellejo de otro. En la antigüedad se ofrecían sacrificios humanos para calmar la ira de “los dioses”, y en la actualidad, se siguen ofreciendo los mismos sacrificios para salvarnos de la ira de éste mundo. Pues si hay que sacrificar a alguien, que sea otro, siempre que yo me salve. Y es por eso que comenzaba reflexionando sobre la palabra, y su antigua validez. Es que hoy se usa la palabra como una sobra y no como un bien. Derrochamos promesas y excusas, gastando saliva; como solíamos decir, porque “igual tengo más”. Siempre he pensado que si los timadores, engañadores, mentirosos y mitómanos; perdone mi exceso de cuasi sinónimos, usaran esa misma habilidad para crear y producir cosas buenas, el mundo sería diferente, la economía de los países crecería de manera abismal. Siendo consciente de que no hay nadie perfecto en este mundo, y entre ellos está quien les escribe, hay algo de lo que me puedo jactar, y es que detesto la mentira, por lo tanto, al aborrecer dicho mal cuando me lo hacen, procuro con diligencia no hacer uso de ese vil recurso. Aburre tener que desconfiar de la palabra de las personas, tener que poner especial énfasis en las preguntas que les hacés, y que con el mismo énfasis te reiteren una y otra vez la mentira para salvar su pellejo, y lo peor de todo es ¡cuando es evidente que te están mintiendo! Hoy leía una noticia, al trabajar en un medio de comunicación ahora estoy muy informado, la misma era del ámbito local: “El director de tránsito pone a disposición su renuncia, por causa de la interpelación de la oposición al Intendente, a causa de la falla en las políticas de tránsito”. Entonces llegué a esta reflexión que estoy escribiendo, se me figuró un sacrificio maya, azteca, o más antiguo aún, en donde tenía que rodar alguna cabeza para calmar la ira de los supuestos dioses. Sangre inocente derramada para tranquilizar la opinión pública. No digo con esto que el director de tránsito no esté fallando, pero, si un pibe levanta la rueda delantera de la moto y va a 120 km por hora en plena ciudad, ¿es responsabilidad del director de tránsito, del inspector o del intendente? Y en caso de que hallan fallas en tránsito; siguiendo con el ejemplo, ¿no será mejor cambiar las políticas implementadas en lugar de renunciar? No quiero volver a la alegoría de los peces y las presiones.
Entonces, intentaré amalgamar, resumir y redondear el tema. Siento que estamos viviendo lo que siglos atrás cuando se hacían sacrificios humanos; aunque en la actualidad lamentablemente se siguen haciendo, pero hay un sacrificio que no escandaliza y al cual nos estamos acostumbrando, el sacrificio a los valores, la moral, la fidelidad, la lealtad, se siguen sacrificando a las personas, compañeros de trabajo, de estudio, vecinos, familiares, por la ambición de progresar pisando cabezas. Entonces volvamos a asumir un compromiso con la palabra, hagamos uso de la libertad de la verdad, pues es preferible optar por la libertad del silencio a ser preso de las palabras.

Oskar Darío Díaz

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