Balance, típico de fin de año- By Oskar Darío


Es cierto, se va un año y siempre terminamos haciendo un balance, tarea que no siempre es satisfactoria debido a que no nos agrada tener que reconocer que a veces las cosas no se dan como queremos, y reconocer el fracaso en algún área de nuestra vida puede llegar a ser demasiado frustrante. Ese es uno de los motivos por los cuales las fiestas (navidad y fin de año) son motivos de tristeza para algunos; es una época de hipersensibilidad donde parece que la adrenalina sube, el compromiso social aumenta, presiona, y sigue ese bendito balance que “bajonea”. 
Pero también está la otra cara de la moneda, pues un fin de año no es un punto final, sino un “punto y seguido”, es un cambio de página, son 365 nuevas oportunidades de triunfar  y también, oportunidades para seguir equivocándonos, ¿Por qué no?
 Cada fin de año digo lo mismo, la balanza se inclina mas hacia las cosas buenas que pasaron que a las otras; parece un cliché pero realmente ha sido siempre así, tal vez porque prefiero siempre ver el vaso medio lleno, los que ven el vaso medio vacío abundan y respeto su forma de pensar. Eso no me hace surrealista ni idealista, me hace asumir la realidad desde el punto de vista que he hallado mejor, el punto de la vista de la fe.
El 2012 presentó fracasos, pero ¿qué fracaso puede empañar la dicha del nacimiento de un hijo? Y si hubiera sido lo único bueno que pasó sería suficiente, nuestro segundo hijo nació, con salud, hermoso y simpático, que nos llena el alma junto al crecimiento de Natanael, el primogénito.
Siento que este año fue de estabilidad, en muchas áreas; familiar, laboral, financiera, ministerial, es como que se formó un piso que permite una catapulta a logros mayores para el 2013. La mayoría de las personas terminamos diciendo: “el próximo año va a ser mejor”, porque es la esperanza de todos, pero mantener esas esperanzas cuando no todo comienza de la mejor manera, ese es el mérito de unos pocos.
El año pasado comencé planteando metas, en pro de una visión, hay cosas puntuales que no se dieron, ¿fue un fracaso?, si no tuviera 365 días para volver a intentarlo lo sería. Algunas cosas no las voy a volver a intentar, al menos por ahora, pero sabré aceptar que algunas cosas simplemente no se dan.
Este año me traicionaron personas, que creyeron que mi juventud era sinónimo de debilidad, imaginaron que era fácil de manejar e influenciar, vinieron buscando ministerio, fama, que se yo, pero conocí otras tantas que me sorprendieron para bien. No entiendo por qué nos asombramos de sentirnos traicionados, ¿acaso nunca traicionamos, nunca defraudamos? Me he encontrado con personas que se han enojado por mis estados de Facebook, alguien me tildó de agrandado porque en uno de los estados puse que prefería elegir la gente que va para adelante, rodearme de gente sana  y no hacer caso a la gente negativa, ¿agrandado por hablar siempre lo bueno y guardarme lo malo? No desecho a nadie, pero no dejo que todo entre a mi corazón. No pretendo ser perfecto, nadie lo es, no tengo una familia perfecta, pero muestro de ella lo mejor, eso no me hace falso, agrandado ni perfecto. Habemos quienes preferimos mostrar el lado bueno de las cosas y arreglar las malas en la intimidad. Hubo gente que nos usó, cuando vio que no podía obtener lo que querían nos desechó por medio de traiciones, pero no salimos a relucir esas cosas, simplemente aprendemos, sin rencores y deseando que les vaya bien y no sigan dando vueltas 40 años en el mismo desierto.
Este año tuvimos la primera perdida física en la familia, y ¡qué pérdida!, se nos fue la abue, con sus casi 98 años, y a pesar de esa gran pérdida le di gracias a Dios por tantos años de haberla disfrutado. Unas semanas antes había nacido Iker, nuestro segundo hijo, y de cosas así, contradictorias se llenan los años, está en nosotros la decisión de atesorar lo mejor.
Este año sobreviví a 3 fines del mundo y me rescaté de la credulidad de la gente para lo catastrófico, sin embargo le anuncias buenas nuevas y les cuesta entender que con Jesús en el corazón todo puede ser diferente, más allá de una religión que no te conduce a nada.
Dice Salomón en el libro de Eclesiastés 7:10 “Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría.”
Qué lindo sería poder ser entendido en los tiempos, saber discernir y adaptarse en lo que haya que adaptarse, obviamente no conformándose a este siglo, pero entendiendo que las cosas cambian y pensar en el tiempo pasado no aprovecha en nada, o al menos no aprovecha tanto como mirar hacia adelante, mirar hacia atrás solo sirve para dar gracias a Dios por los obstáculos que tuvimos que sortear.

Lo cierto es que estamos ahí, a horas de que se vaya un año, y si bien nuestros balances no son económicos, sirven para planificar cómo encarar el comienzo de uno nuevo, aunque en junio, julio volvés a ver u oir gente maldecir el año y desear que termine, la misma que le decía al año nuevito, “te tengo fe”.  Es un cambio en el calendario, todo debería seguir igual, pero lo cierto es que no es así. Hay gente hablando de una “nueva era” a partir del 21 de diciembre, el supuesto fin del mundo. Ojalá fuera tan fácil, que la gente cambiara por un cambio de era, pero no es tan sencillo, para poder cambiar, para que haya un nuevo comienzo tiene que haber un final, para que resurja lo bueno de nosotros tenemos que hacer morir lo malo, para nacer de nuevo debemos arrepentirnos de nuestros pecados. Nadie edifica una casa sobre un terreno lleno de escombros, antes tuvo que removerlos. Por eso, si queremos que el mundo cambie, debemos empezar por cambiar nosotros, pedimos paz mundial pero no podemos estar en paz con nuestros familiares, vecinos, compañeros de trabajo. Se puede empezar de nuevo, pero debe morir lo viejo!!!
No le tengo fe al 2013, le tengo fe a Dios, que va a hacer de este nuevo año un año mejor, no porque no haya sido bueno el que se va, sino porque creo que siempre se puede ir por más. Que Dios bendiga tu vida y tengas un 2013 plagado de bendiciones.


Oskar Darío Díaz




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