Perder para ganar
Perder para ganar
Cada día que llego de mi trabajo veo como con sus patitas cortas va Natanael, corriendo hacia el portón, por el largo y estrecho pasillo, para recibirme con un hermoso abrazo. Allí me quedo contemplando y dando gracias a Dios por la dicha de ser papá y poder ver esta escena cada día.Una de las cosas que hacemos es jugar una carrera hasta la puerta de casa, y por supuesto, siempre ganaba él. Pero hoy la historia fue diferente, porque decidí mostrarle que no siempre se gana, así que esta vez corrí de verdad. El resultado obviamente fue llanto de su parte y una buena pataleta, por la frustración. Luego de llamarle la atención con un rezongo por el berrinche, y ya mas calmado le expliqué que no siempre tiene que ganar, y que cuando juegue con sus amigos, estos le van a ganar en mas de una ocasión. Yo siempre pierdo contigo, le dije, pero hoy me tocó ganar, ¿cuál es el problema? Sus ojitos tan expresivos y llenos de lágrimas aún me miraban con atención, y aunque yo por dentro me moría de ganas de que siempre gane, entendía en ese momento que le estaba enseñando algo valioso, para que en el futuro no se sienta frustrado ante el fracaso. Cuando asintió con su cabeza al momento de preguntarle si había entendido, entonces lo invité a jugar otra carrera y salimos hacia el pasillo. Corrimos y volvió a ganar, pero lo invité a repetir otra vez la carrera. Para mi sorpresa, él se puso por detrás mío y me dijo: Papi, ahora te toca ganar a ti (porque habla de tu y de ti). Mi corazón se llenó de alegría, corrí y gané obviamente, con la gran satisfacción de que había ganado más que una carrera, había impartido a mi hijo una valiosa lección.
En un mundo competitivo en el que estamos acostumbrados a ganar a cualquier precio, es bueno entender que hay momentos en los que tenemos que perder. Justamente el domingo anterior había predicado ese mensaje en el culto, que se titulaba "Perder para ganar", sin pensar que al otro día se haría carne en nosotros tan pronto. Natanael perdió su primera carrera, pero aprendió una gran lección.
Dios nos enseña que la semilla para crecer, primero tiene que morir
Juan 12:24 De cierto, de cierto les digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto-
Entonces hoy estamos en un mundo que enseña las claves del éxito, y muestra que perder es malo. Por eso hoy vemos personas orgullosas que no quieren reconocer el fracaso, y mucho menos reconocer cuando cometen errores hacia los demás. Yo, como hijo de Dios he tenido fracasos, como estudiante he tenido fracasos, como padre, esposo, hijo, amigo, familiar, como pastor he fracasado en muchas cosas, y no le temo a esa palabra, porque son lecciones que uno aprende para no volver a cometer los mismos errores. Hay un exitismo introducido aún en las iglesias, que muestran un evangelio de sólo triunfos, y vemos personas que así como se acercan a la iglesia, luego se alejan porque se enfrentaron a un problema, y su pastor le había enseñado que si estaba en Dios no iba a tener problemas. Hoy veo con preocupación esta moda de "busque el éxito a cualquier precio".
Es por eso que entendí que no debo dejar que mis hijos crean que siempre van a ganar, sino que debo prepararlos para afrontar los fracasos, creo que esa será una de las claves para su éxito.
Oskar Darío Díaz
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