Desierto romántico
Sin embargo, volveré a cortejarla. La llevaré al desierto, y allí me ganaré su corazón.
(Oseas 2:14)
Ayer finalicé la predicación con éste pasaje y entendí, que a veces hay que ir al desierto a buscar intimidad. Le dije a Dios, si con este propósito he pasado desiertos, pues entonces me dejo cautivar por tu amor! Un matrimonio cuando tiene hijos y otras responsabilidades; sumado a eso otras distracciones (pc, celular, tv,rutina, etc), pierde una de las cosas que mantienen el fuego encendido, la intimidad, porque siempre hay algo o alguien que interfiere. Por eso a veces es necesario escaparse del ruido y buscar esas miradas cómplices, esos besos apasionados. Esa analogía se me presentaba ante esta palabra, que habla de una mujer (esposa de Oseas) que fue tras sus amantes. Luego pensaba en Abraham, que quería esconder a Sara su esposa porque vio que era hermosa. (Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida) Gn 12:11-12
No era que Sara estaba hermosa ni que hubiera dejado de serlo, es que él se rescató en ese momento de eso, tal vez porque ya no la estaba mirando como antes. Dios no ha perdido su hermosura, su encanto, su pasión, es que tal vez nosotros hemos bajado la mirada y le dejamos de contemplar, por eso el nos llevará las veces que sean necesarias al desierto, no para hacernos sufrir, sino para seducirnos y ganar nuevamente nuestro corazón. (Oskar Dario)
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