El Enamorado abnegado

El año siempre comienza con expectativas nuevas, con
esperanzas de que cosas mejores van a suceder, pero estas se van desgastando
con el marzo que se avecina, el julio que las enfría y el octubre que las
liquida, para así desear que el próximo año venga a renovar las esperanzas, y
cuando querés acordar, las décadas pasaron, y simplemente te dejaron el dolor
amargo de heridas que aún siguen sangrando. Entraste en la rutina de desear un
futuro mejor, con la frustración de encontrarte en un presente que fue futuro
en el pasado, y nada ha cambiado. ¿Por qué? Porque pusiste tu esperanza en un
calendario, porque mientras esperabas la cosecha, te olvidaste de seguir
sembrando, porque mientras esperabas que otros te ayudaran, te perdiste del
placer de que otros recibieran lo que tenías para dar, y hoy, tus dones y talentos,
siguen archivados, enterrados, relucientes de nunca haberlos usado, pero no
multiplicados, no invertidos, desaprovechados, desvalorizados. Te preguntas por
qué Dios se olvidó de vos, por qué la vida te golpea, mientras compartís
imágenes y frases que reflejan lo que quisieras ser, lo que quisieras vivir, y
te hacen sentir, miserable.
Dicen que preguntas mal formuladas generan respuestas
incorrectas, y tal vez, el enfoque que le damos a nuestra propia vida no es el
correcto. Optaste por la incredulidad, como escudo protector de nuevas heridas,
pero lo que ha hecho, es hermetizar las heridas que a esta altura no pueden
disimular su hedor, porque nunca cicatrizaron, nunca fueron tratadas, nunca
sanaron. Rechazaste tanto la religión por la hipocresía de los religiosos, y
con eso, cerraste la puerta a quien va más allá de dogmas, costumbres o meras
palabras, cerraste la puerta a quien golpeaba insistentemente con el único fin
de abrazarte, sentarse en el living de tu casa, conversar, curar esas heridas
que se fueron abriendo por el desgaste que sufriste al querer ocultarlas. No lo
ves, es cierto, y tal vez por eso te ha costado creer, pero es más que un
simple concepto inventado por hombres limitados, no es el presidente del “club
de perfectos”, y notarás, que aquéllos que se confiesan “sus discípulos” tienen
tantos o más defectos que vos, y aun así, han progresado, y siguen cambiando,
tienen fe en medio del caos. Pero viene la parte en que tal vez estás fallando,
y es la de esperar que Él haga lo que vos tenés que hacer, porque hay una
realidad, Él hace el trabajo más pesado, y nos da muchas veces el pescado, pero
no pretende que te quedes sentado, mientras,te enseñará a pescar. No es cierto
que el primer paso lo damos nosotros, porque Él ya lo dio, cual enamorado que
compra un ramo de flores cuando aún no se ha declarado, hace canciones que
nunca había cantado o tonterías que nunca hubiese imaginado, hizo un sacrificio
que nunca podrá ser imitado, jamás será superado. La tragedia de Romeo, aparte
de solo ser algo inventado, no se acerca a un hecho real que sucedió hace dos
mil años. Allí dio el primer paso, allí se confesó enamorado, y estuvo
dispuesto a ser crucificado. Ya te habrás dado cuenta de quién te hablo; de
Jesús, ese que celebran casi a fin de año, ese al que pintan con ojos azulados,
como si no tuviera atractivo lo que hizo por el desesperanzado. El enamorado
que compra flores, si es rechazado, pierde la inversión que hizo, y tal vez se
sienta humillado, pero Él no tiene vuelta atrás, ya dio su vida, la última gota
su sangre ha destilado, para demostrarte de vos está perdidamente enamorado.
Fue rechazado, fue humillado, y aun así, a diferencia del mortal interesado,
sigue caminando a tu lado, pretendiendo dejar de ser ignorado. ¿Qué está
esperando? Que dejes de culparlo. Que tomes el lugar que te ha designado. Que
afrontes la vida dejando de echar la culpa al pasado, que tomes tu posición y
tomes su mano. No tiene una varita mágica en su costado, tiene las marcas de un
hombre sacrificado, no tiene un su rostro la crema de un laboratorio avanzado,
tiene las marcas de sangre y sudor emanado, de un corazón abnegado, de un
corazón enamorado. Su oferta es ilógica a este mundo interesado, que siempre
espera algo a cambio de aquello que ha entregado. Su propuesta es sencilla, y a
su vez, tan incomprendida por el egoísmo generalizado. Solo te pide el control,
te pide tus heridas, te pide tu orgullo, te pide el rencor, no porque le sirvan
de algo, sino para darte algo mejor, no te invita a pertenecer a su religión,
te está seduciendo, te está persiguiendo, quiere una relación. Te está
invitando a que tus quejas se conviertan en una oración, que tu desgano se
convierta ahora en pasión, que tus ojos ahora reciban visión. Tan fácil, y tan
complejo a la vez, confiar en alguien que no podés ver, entregar tu orgullo a
quien no conocés, perdonar el pasado que formó lo que en el espejo ves. Es
Jesús, el enamorado abnegado, desinteresado, preocupado y ocupado en sanar tu
pasado, cambiar tu presente, y darte un futuro mejorado, de un diseño que ya
estaba trazado, pero que creías destruido, creías olvidado. Que te invita a
tomar la decisión de seguirlo, con un pasaje ya pagado, un regalo que no se
desgasta, y va más allá de un calendario. Un camino que no es mágico, pero es
hermoso tomarlo, porque sus brazos serán calor en el invierno y serán tu sombra
en el verano.
Oskar Darío- Enero de 2016
Comentarios
Publicar un comentario