Snaplife

En el tiempo donde no existía la fotografía, los pintores necesitaban que la persona u objeto se mantuviera fijo en un lugar con el fin de poder tenerla a la vista y su representación sea lo más fiel posible. Entonces, el éxito de la obra dependía del talento del artista y de la colaboración de su "musa". ¡Qué proceso tedioso sería!; pensaremos cualquiera de nuestra generación, acostumbrados a lo rápido, a la fotografía instantánea; donde no acaba de disparar y ya está en snapchat o instagram vista por el tío Cholo que se fue hace 10 años a Kuala Lumpur.
Y hemos hecho de lo instantáneo una filosofía de vida; queremos que en todo trámite que hacemos nos claven el visto, y de ser posible ¡nos respondan!
Es fácil hablar de procesos cuando estamos en la cima de la montaña, pero para llegar ahí los tuvimos que pasar. Tuvimos que atravesar los valles, mojar nuestros pies en los ríos, soportar el agobiante calor o el intenso frío, y nada de eso ocurrió en vano, sino que dejó una lección, dejó una marca, nuestro carácter moldeó y lo fortaleció.  Dios lo hace por medio de esos procesos, somos esa obra que está pintando, Él ya sabe como la va a terminar, pero vos no podés moverte hasta que esté terminada, hasta que la haya perfeccionado, ¡no puede quedar por la mitad! No hay atajos, no hay de selfies, no hay de un cheese, patata o whisky para que se dispare la cámara, el artista debe terminar.
Soporta el proceso, si podés disfrutarlo, hacelo, sabiendo que el artista tiene todo bajo control, pero no te salgas, no te apartes, no te rindas, porque cuando estés en la cima verás desde allí los valles y sonreirás, y lo que hoy parecen simples manchas en un lienzo no son otra cosa que una obra perfecta; que llevó tiempo sí, porque las cosas apresuradas no contienen los detalles que la hacen única, pero al fin reflejarán el espíritu de su amante y detallista Creador!

Oskar Darío