No tengo espacio! By Oskar Darío

No tengo espacio!!! 


Las situaciones domésticas siempre nos enseñan, basta con estar atentos. Es como la frase de una de mis películas favoritas, la de August Rush: - La música está en todas partes, todo lo que tienes que hacer es escuchar (ahora me dieron ganas de verla de nuevo!).
Bueno, el hecho es que me dispuse a ordenar un mueble de la cocina, y cuando saco los 3 cajones me doy cuenta de que habían muchísimas cosas que excedían su capacidad y eran innecesarias! Pensé: ¿Cómo hicimos entrar tanta cosa?! Soy una persona exagerada cuando limpio; lo heredé de mi padre, creo. No soy una persona súper ordenada; es algo que estoy tratando de corregir en mi vida, pero cuando ordeno, prefiero tirar todo para afuera y volver a colocar ordenadamente, ya que en ese proceso, muchas cosas terminan en la basura o dentro de las "cosas para dar". El resultado, aparte de la satisfacción de ver el órden; cada cosa en su lugar, es el de notar que había mucho más espacio del que pensábamos que había. Dentro de esa mentalidad desordenada, creía que lo ideal sería tener una pieza aparte, un tipo "galpón misceláneo" donde poner todo aquello que no tiene un lugar, y llegué a la conclusión de que es muy pobre y vago ese pensamiento, y me haría convertir en un acumulador de basura; con el síndrome de Diógenes.
Así me llevaba a hacer un análisis de frases como: No tengo tiempo, no tengo dinero, se acabó el amor, no puedo, no hay; como síntomas de un desórden de hábitos, de prioridades, de pasiones. Santi, mi primo y pastor, que siempre menciono, dice que se le dedica más tiempo a aquello por por lo que uno está apasionado. Por lo general cuando no tenemos dinero, estamos diciendo: Lo tengo, pero prefiero no gastarlo en eso, no es mi prioridad. Tengo tiempo para mirar 2 horas de comedia, pero no lo tengo para aprender y cultivarme sobre un tema específico. Y así, podemos aplicarlo a tantas cosas. Me voy a divorciar porque se acabó el amor; cuando en realidad estás diciendo, no quiero cambiar mi carácter y no quiero luchar por mi familia.
Y vamos acumulando en esa pieza de nuestra vida, cosas innecesarias, superfluas, perecederas, que no nos dejan espacio para lo verdaderamente importante. No dejo lugar para Dios, para la fe, para la familia, el progreso, el conocimiento, las relaciones con los demás, etc.
Y llego a la conclusión de que no es que no tenga espacio, sino que las cosas están desordenadas, y así pasa con nuestras prioridades, cuando nos desenfocamos y le ponemos pasión a lo que perece, y no a lo inmarcesible, cuando confundimos el gasto con la inversión, cuando superponemos lo que me gusta a la pasión, lo urgente a lo importante. Quiero salvar mi matrimonio, pero no quiero renunciar a mis malos hábitos. Quiero adelgazar pero no quiero hacer ejercicio ni dejar de partirme la boca con asado. Quiero que Dios me ayude, pero a mi manera y no con sus métodos, y un largo etc que ocuparía páginas en el libro de las excusas. Entonces te pregunto:
¿Tenés falta de espacio o estás desordenado?

Oskar Darío

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