No te des por vencido conmigo! By Oskar Darío

No te des por vencido conmigo! By Oskar Darío


En el mundo natural se busca la altura, crecer hacia arriba; y sería lo lógico. Pero en el mundo espiritual se crece hacia abajo, dónde la importancia está en la profundidad de las raíces y no en lo alto que se llegue. (Paráfrasis de Santiago Suárez).


El artículo de hoy apunta al ego, el que no nos gusta que nos toquen. Siempre hago alusión a los temas redundantes que se dan en mi semana, y los tomo muchas veces como la insistencia de Dios de querer enseñarme lo importante para el desarrollo de una persona saludable.
Cientos de veces mi orgullo ha sido herido, me han golpeado al ego en más de una ocasión, y está de menos, se siente horrible, porque se resiste mucho, da pelea, no le gusta poner la otra mejilla. Y éste ha sido el tema recurrente ésta semana, entre conversaciones, lecturas, mensajes escuchados. Y Dios golpea sobre aquello que aún sigue vivo en nosotros y que nos hace daño, como un padre que corrige a sus hijos en amor, pero con firmeza.
Comencé a jugar al fútbol con 4 años, fui goleador en casi todos los campeonatos, jugué en la selección de la liga Paso Molino, con la cual participé de un mini-mundial en el velódromo. Pasé todos los años con Sobresaliente y fui abanderado de la uruguaya, recibiéndola de manos de mi hermana. Comencé a escribir poemas y autobiografías en la adolescencia. A los 17 años entregué mi corazón a Jesús, me casé a los 22, y a los 24 estaba en Salto al frente de una congregación, siendo el pastor más joven de la organización. Tuvimos muchos logros, metas alcanzadas, Dios transformó muchas vidas allí; que al día de hoy son tremendas personas. Y un día me encontré en Montevideo, sin iglesia, sin trabajo, sin un lugar donde vivir, en lo que comenzó a ser un "proceso de muerte". Todo de lo que podía hacer alarde se desvaneció, lo que me hacía sentir orgulloso se opacó; y no es que fue un proceso de días, semanas o meses, ha sido un proceso de años. Si te digo que lo disfruté, te estaría mintiendo, si te digo que ahora lo disfruto, estaría en la misma, pero he ido aprendiendo a aceptarlo como algo bueno, algo necesario, como un acto de amor de alguien que cree que puedo ser mejor que eso que me creía, que lo que tenía por tesoro, era pura basura, y que lo tangible no siempre es lo de mayor valor, que la opinión de los demás es tan variable, tan fugaz, tan intrascendente que no es para lo que debemos vivir.
El disparador de éstas líneas fue una frase que leí en el viaje hacia el trabajo: "Por favor, no te des por vencido conmigo" Es una oración del salmo 119:8 de la Biblia. Me partió al medio, me encantó, me dio vuelta como una media! ¿Por qué? Porque hay que ser muy consciente de nuestra humanidad como para pedirle a alguien que, por favor, no se de por vencido con nosotros. Es entender que los procesos son necesarios, y es reconocer que en medio de él nos mandamos cualquiera. ¿No te ha pasado de meter la pata hasta la cintura, y pensar, acabo de perder mi oportunidad, ésto no vuelve a ser lo mismo, no hay vuelta atrás de ésto que hice? Y sin embargo, la oportunidad se vuelve a presentar, como un regalo inmerecido, ¡improbable como nieve en el verano!
Hoy me doy cuenta de que el proceso no ha terminado, que si lloro por lo que perdí, no voy a poder ver lo que he ganado, y lo que aún tengo para conquistar. Pero ésta vez, con un corazón sano, agradecido, y una visión clara de lo que es verdaderamente importante. Tal vez vuelva a hacer muchas de las cosas que antes hacía, pero ya no pensando en lo que pueda recibir, sino en lo que pueda dejar como un legado inmarcesible, inefable, incorruptible (amo esas tres palabras).
¿Te han fallado?, no te rindas con esas personas. ¿Has fallado? Dios no se ha dado por vencido contigo! Que quiten algo de tu cuerpo que es dañino, que afecta tu salud, puede llegar a ser algo doloroso en el momento, pero alargará tus días de vida. Así funciona la vida en Dios, con la diferencia de que el que provoca la herida, es el que la sutura, luego de sacar el tumor. Tal vez te enojes al principio, tu orgullo sea herido, pero al final entenderás, que Jesús no dijo: Aprendan de mí que soy un capo, sino "Aprendan de mí, que soy manso, y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas" (Mateo 11:29), no lo dijo Mujica, no lo dijo Trump, no lo dijo Einstein ni Ghandi, lo dijo, nada menos, que el Hijo de Dios, el que Guía a los humildes para que hagan lo correcto; les enseña su camino. (Salmos 25:9). Muchos que miran lo superficial; incluyéndome por momentos, dirían que perdí, pero hoy puedo decir que lo que gané ha superado en valor a todo aquello que quedó atrás. Y vos, ¿perdiste o ganaste?

Gracias por leerme!
Oskar Darío. 

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