Perder el ómnibus
Perder el ómnibus. By Oskar Darío.
Camino rápido, desde que tengo memoria. No es apuro, no es stress, no es por un tema de impuntualidad. ¿Acaso mis padres caminaban así? No lo recuerdo. Tal vez nuestros hijos lo harán, porque en más de una ocasión he oído el:
- Oscár (con la A acentuada), frená un poco que a Iker no le dan las patitas. Y eso que ¡a Ana hay que seguirle el tranco también! Llegando a la parada del ómnibus, rumbo al trabajo, corro, volviendo del cine, corro, saliendo del trabajo, corro. Es como una escapatoria psicológica al trauma de perder el ómnibus a la vuelta de la esquina, casi llegando a la parada, como alguien a quien no le gusta perder. Pero llegó una aplicación que creí que me libraría de dicha incertidumbre. Ella te cuenta en tiempo real; cuando funciona, por dónde viene el siguiente coche y cuándo llegará a tu parada. Caminando a paso de persona normal me tomaría ocho minutos llegar a la misma, a paso de Oskar, unos cinco. Pero se me presenta la disyuntiva de alcanzar el que llega en 2 minutos o esperar el que dice 14! 😱. Obviamente que al momento de volver a casa, quiero llegar antes, pero el nuevo accesorio de mi cuerpo, al que le llaman panza, el sedentarismo profundo y que de deportista solo me queda el recuerdo de una foto con la camiseta de Cerro (esto será usado en mi contra) no me dan estadísticas a favor. Encima bajo de uno para tomar otro, y muchas veces; como hace dos minutos, lo veo doblar a dos cuadras, y ¿sabes qué? Lo corro. Las probabilidades de alcanzar el primero son mucho más escasas que las del segundo, no solo es todo en repecho sino que tengo que bajar ocho minutos a dos, lo cual es humanamente imposible. Pero hay 2 factores que me hacen optar por intentar llegar, en el caso del primero es el eterno semáforo de Av. Italia y Francisco Simón que debe atravesar “mi 183”, si se tranca allí, los 2 minutos se transforman en 4. En el segundo caso, por más que lo vea y tenga que acelerar en 2 cuadras, la situación es que esa es la primer parada de ese micro circuital a una zona que lleva mucha gente, y mientras suben todos, me dan tiempo de llegar, y si escucho al tren, ni siquiera tengo que correr porque las barreras impedirán la huida de mi bus.
Si esas combinaciones me son favorables, entonces llegaré a mi hogar 18:45 en lugar de las 19:10 que suelo llegar.
Todo éste relato cuasi pintoresco para comentarte en lo que pienso con ésta situación y no queriendo entrar en metáforas simplistas de una vida compleja, aunque no tan complicada como nosotros la hacemos.
El otro día escuchaba a un abogado decir, que un juez, para dictar una sentencia debe dar un salto de fe en base a las evidencias que le son presentadas, y justamente hoy leía de un caso de un hombre que estuvo 14 años preso por un delito que no cometió y por detectives corruptos que plantaron la evidencia. Y eso reafirmaba ese concepto, un salto de fe en base a evidencias.
Soy cristiano, muchos lo saben, y mi fe está basada en las evidencias históricas acerca de Jesús, y también por haber experimentado el regalo de una vida transformada por su amor, no en una fe ciega e ignorante cómo algunos piensan.
Y lo que pensaba es cuando nos rendimos antes de tiempo, por los resultados adversos o los pronósticos que no están a nuestro favor. Mi objetivo, tal vez banal le pueda sonar, es llegar 25 minutos antes a casa, lo que se transforma en más de dos horas semanales, ganadas, en mi hogar.
Ese objetivo me movió. El pronóstico en contra es que en 2 minutos tengo que llegar a un lugar que normalmente me toma ocho. Los factores externos, que ya no dependían de mí, fueron el semáforo, la parada llena y hasta las barreras del tren.
El premio es un abrazo de mi esposa y las vocecitas agudas que gritan: Llegó papi!!!
¿Cuál es tu objetivo? He escuchado a personas enojarse con Dios porque no hizo lo que le pidieron, como si fuera un ‘genio de la lámpara’ obligado a cumplir deseos. Pero ¿qué hay de tu parte?, ¿qué hay de tu fe? ¿Qué hay de tu mirada puesta en quien puede frenar las circunstancias para que logres el objetivo?
He escuchado a parejas decir: - Se acabó el amor de un día para el otro. ¿Creés que el amor muere así de repente? ¿No será que el descuido de uno, o de lo dos fue dejando apagar la pasión, y la costumbre mató a la comunicación?
Cuántas veces echamos culpa de nuestros fracasos a la crianza de nuestros padres, el barrio o el país en el que nacimos, y vivimos frustrados con el progreso de los demás, simplemente porque el pronóstico decía “2 minutos” y decidiste que no valía la pena luchar, no valía la pena correr, no valía la pena arriesgar. O tal vez, no estuviste dispuesto a pagar el precio del esfuerzo, porque es más fácil decir no se puede y quedarme con aquello de ‘que hubiera sido si’. Te aseguro que quedan 2 minutos pero tal vez se pueden convertir en 4, tiempo suficiente para que, con un poco de esfuerzo puedas alcanzar el objetivo, y sabe que aquellas cosas que no podés cambiar, Dios lo puede hacer si tan solo creés. Hay evidencias, ellas son las cientos de personas que seguramente conocés y que tal vez les han tildado de fanáticos porque no les han comprendido, no han comprendido que la corrupción de éste mundo no les interesa, que han sido juzgados por no practicar la viveza criolla, que aunque tienen miles de defectos, han sabido sortear las dificultades y los procesos con la ayuda de alguien que no vemos pero, de que es real, ni una duda tenemos. Vamos! Hay evidencias de que estás en el mundo con un sueño, cumplilo, no te rindas! Anda a dar ese abrazo aunque parezca tarde, perdona aunque parezca que no hay vuelta atrás, ama aunque todo te indique odiar. Llegaste con tu lectura hasta acá, derribaste el mito de que la gente ya no lee. Ahora derriba el decreto que decía que no ibas a vencer!
Oskar Darío
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