Sobre presiones y peces



SOBRE PRESIONES Y PECES- POR OSKAR DARÍO.


Hace tiempo escuché hablar sobre los peces y su capacidad de resistencia a la presión del agua en sus profundidades. En realidad nunca me detuve a estudiarlo, ni siquiera a profundizar; si de profundidades se trata.
Pero cómo la curiosidad mato al gato; cuyo menú favorito es el pescado, decidí leer un poco y me encontré con algo más que interesante.
Sabido es que los submarinos imitan el sistema del pez, tanto en el esqueleto como en el funcionamiento en general. Por ejemplo uno de los últimos descubrimientos sobre ello es la “línea lateral” del pez, que consiste en un canal que se extiende a lo largo de los laterales del cuerpo y que se comunica con el exterior a través de poros sensoriales y escamas que detectan vibraciones de baja frecuencia y diferencias de presión. O sea, todo cambio en el exterior es detectado por estas líneas laterales y le permiten adecuarse a la situación, ni hablar de alertarles acerca de la presencia de depredadores y presas.
El cuerpo del pez está lleno de agua, por allí “canaliza”; para no ser muy técnicos, el oxígeno. El secreto para soportar las grandes presiones es ejercer la misma presión desde su interior, y así equilibrar presiones de tal forma que no puede notar la diferencia, es más, ¡ni se acuerda que la presión está presente!
Ante las presiones el ser humano tiende a huir. Recuerdo, en mi adolescencia mi hábito era intentar huir a algún lugar alejado cuando tenía problemas. Iba a las rocas a leer (si, en mi adolescencia leía libros y no morí), escapaba siempre a lugares solitarios para huir de la presión. En cierta forma, buscar la soledad en momentos en donde tenés un “matete” en la cabeza no es malo, pero cuando se nos hace costumbre el huir, tenemos un grave problema llamado “huitis crónica”. Entonces si el trabajo está complicado, renunciamos, si hay discusiones o diferencias en el matrimonio, se apela al divorcio, si los exámenes en el liceo están “salados”, abandonamos, si la situación del país se complica, vuelo a España o Estados Unidos. Y así, nos hacemos escapistas profesionales cual Harry Houidini.
Y ¿qué tal si imitamos al pez que sabe resistir las grandes presiones? Las presiones, las adversidades son parte de nuestro desarrollo como personas, y hay una forma de soportarlas y es ejerciendo la misma presión “desde adentro” para equilibrar y en lugar de preocuparnos por todo, ocuparnos de lo realmente importante. ¿Y cómo ejerzo esa presión desde adentro? Si nuestra alma está llena no hay presión que nos aplaste y hay varias formas de llenarla. La fundamental e imprescindible es la que no viene de nosotros sino de Dios. El apóstol Pablo recibió una revelación de parte de Dios acerca de las debilidades, le dijo: “con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”, a lo que declara Pablo: “Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí” (2 Corintios 12: 9; RVC). Dios es quien nos sostiene en momentos de debilidad y se hace fuerte. Por lo tanto, no es la solución pedirle a Dios que nos quite la prueba, sino que nos dé la fortaleza, templanza y sabiduría para soportarla, seguir nadando en las presiones de la profundidad en constante equilibrio. La familia también ejerce presión desde adentro, es nuestra esposa; el esposo en caso de las mujeres, los hijos, los que ponen también ese equilibrio sobre la presión externa. Hoy se habla tanto de stress, algunos están en grado scuatro, pero hay una persona en nosotros que ejerce fuerza desde nuestro interior, y es el Espíritu de Dios que nos es dado por medio de la fe. Él también nos ha dotado de esa “línea lateral” que nos advierte de los peligros y los depredadores que nos rodean. Echemos sobre Dios toda ansiedad, porque Él tiene cuidado de nosotros.

Oskar Darío

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